Todos tenemos algún rincón maldito,
aquel en que guardamos los adioses,
las palabras de amor que no dijimos,
los besos que pedimos, las caricias
que nunca nos llegaron. Pero siempre,
cuando la luz se enciende
en el bar que nos pilla de camino
hay un momento, escondido entre los vasos,
en que parece como si viniera
ella a beber el gintonic que dejara
a medias esa noche, la del miedo.
Oh, que bonito *_* O triste.. según se mire, jeje. Me ha gustado mucho ^^
ResponderEliminarUn besote!